La Soledad Londinense

Vivir en Londres es espectacular, es una ciudad encantadora, con miles de planes para hacer todos los días, la vida allí nunca se detiene. Hoy te quiero hablar de cómo me sentí particularmente inmersa en esta ciudad en muchas ocasiones. La experiencia para cada persona puede ser bastante diferente, por eso quiero aclararte que lo que vas a leer es visto desde mi óptica. Vivir en la capital inglesa fue y siempre será una de las mejores experiencias de mi vida, sin lugar a dudas, haber tomado la decisión de vivir allí, me cambió la vida para siempre. De acuerdo con la alcaldía de Londres, para 2021, se espera que la ciudad cuente con 9.37 millones de habitantes y pueden creerme cuando les digo que muchas veces me sentí totalmente sola a pesar de estar rodeada de tantas personas.

Ir a almorzar en el Rush Hour, viendo gente caminando rápido de un lado al otro y con el tiempo contado, comiendo mientras caminan a tomar el metro para ir a trabajar, es algo que se vuelve cotidiano, parte del paisaje. Cuando tomas el metro, observas a algunas personas sin afán ubicadas al lado derecho de las escaleras eléctricas mientras la mayoría entre esas me incluyo, vamos con afán corriendo por el lado izquierdo. Te montas a un Double Decker y notas como cada quien está viviendo en automático, cada uno yendo a un destino diferente y la gran mayoría, sino todos, están solos. Te sientas en un restaurante lleno de mesas y notas que todas están llenas pero con una sola persona en cada una ¿Cómo puede ser que haya más de 9 millones de personas en esta ciudad y que al almorzar nadie se siente a compartir este momento contigo?, siempre me pregunté cómo era esto posible, al final me acostumbré.

En Londres, el tiempo pasa en un abrir y cerrar de ojos, la vida va a un ritmo inexplicable en el que las 24 horas del día se viven con máxima intensidad porque no paras, trabajas, estudias, casi siempre comes fuera porque es poco el tiempo para cocinar, produces, duermes, vuelves a despertar y repites el ciclo una y otra vez. En esa rutina se pasan semanas, meses y años, recuerdo bien esa sensación de estar en navidad y luego en año nuevo y comenzar el siguiente año y de pronto verme repitiendo el ciclo de manera mágica, aún siento que los 5 años y medio que viví allí, fueron mucho menos.

Personalmente, tenía que agendar citas con mis amigos porque todos manejábamos ritmos de vida tan ocupados que encontrar un momento libre en común se volvía todo un reto. Yo misma a veces me ocupaba de tal manera que sin darme cuenta pasaban semanas sin hablar con mi familia y literalmente yo sentía que solo habían pasado días. En aquella jungla de cemento aprendí que nacemos solos y que somos la persona con la que más tiempo vamos a pasar nuestra vida, por eso debemos disfrutar de nosotros mismos. De alguna manera viviendo fuera, aprendes a amar tu soledad, yo por ejemplo, aprendí a ir al cine, a irme de rumba, y hasta a viajar sola y conocer personas en el camino, aprendí a no depender de nadie para hacer lo que me apetecía y a entender que en aquel sitio solo sobrevive el más fuerte.

Hay muchos planes que se pueden hacer en Londres en soledad y que son geniales, por ejemplo a mi me encantaba ir a Trafalgar Square o a Westminster Bridge y sentarme a observar a la gente, ir a Hyde Park, Green Park o St. James´Park, hacer picnic y ponerme a leer o escuchar música mientras disfrutaba de los paisajes alrededor, ir a Camden Town, pasar por algún Pub y tomarme una Pinta de cerveza o una sidra, mi favorita: Rekorderlig Strawberry & Lime Cider . Ir a cualquier museo es increíble si te gustan este tipo de planes, mi favorito y recomendado es el Natural & History Museum, pero hay muchos, el Victoria & Albert, y el Sciencie Museum, por ejemplo. En verano una buena opción es ir a visitar el Buckingham Palace que todos los años abre al público y siempre se puede conocer una parte distinta del mismo, el Tate Modern también es genial, ir a un musical, Les Miserables para mi es brutal, te lo recomiendo altamente si alguna vez tienes la oportunidad de verlo, a mí me encantó.

Lo confieso, hubo momentos en los que me sentí realmente sola, y creo que como a muchos nos pasa, lo camuflé ocupándome lo más que podía, algo que es bastante fácil en esta enorme ciudad, hubo un periodo en el que mi jornada comenzaba a las 4:30am y terminaba a las 11p.m. todos los días, así que tiempo de pensar, cero. Más adelante cuando estudié mi máster, mis días eran de locos, muchas veces comenzaba a las 7am y volvía a mi casa a las 3am del otro día para comenzar a hacer lo mismo una y otra vez. Esto me recuerda ese dibujo del iceberg en el que la gente ve lo que se ha logrado, pero desconoce lo que hay más allá de esos logros, y la verdad si me siento orgullosa de todo lo que he logrado hasta ahora en mi vida.

A pesar de los días grises, fríos y a veces lúgubres y de gran soledad, de alguna manera siempre salí avante de esas crisis, claro que extrañaba a mi familia, por supuesto que fue difícil aprender el idioma, hice trabajos que no quería, soporté jefes realmente duros, salí totalmente de mi zona de comfort, pero tenía dos opciones: estar bien o estar mal, y la segunda era la peor. Así que me sequé las lágrimas y di más de mi 100%, porque cuando miro hacia atrás me doy cuenta que hice cosas de las que nunca me creí capaz, pero sobretodo, me encontré a mi misma, hoy sé que puedo sobrevivir en situaciones adversas por más difíciles que estas parezcan, que el ser humano se adapta a todo, y que siempre podemos dar mucho más de lo que pensamos.

La Soledad Londinense fue una gran maestra, y la vida misma en los años subsiguientes me ha demostrado que la soledad es un estado porque puedes estar rodeado (a) de muchas personas y aun así sentirte solo (a), o estar solo (a) y sentirte completamente bien, ¡al final, es una decisión!.

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