Un árabe atrapado en dos mundos

En verano de 2011 me encontraba trabajando en Harrods en Londres, en la sección de sastrería masculina, allí atendía clientes muy exigentes dispuestos a pagar grandes sumas de dinero a cambio de ropa y accesorios de las marcas Corneliani, Canalli, Dunhill, Ralph Lauren, Emporio Armani, entre otras. Un día cualquiera del famoso SALE de verano, recuerdo el arribo de un árabe. Era un joven de cabello largo y negro, muy bien vestido y por supuesto con dinero más que suficiente para entrar a comprar allí. El hombre se me acercó así que le atendí, quería comprar chaquetas de cuero marca Kiton, le dije: señor, ya no tenemos prendas de esa marca en descuento y tampoco de la colección nueva, están agotadas, pero puedo ofrecerle otras marcas, Armani, por ejemplo.

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El joven no estaba muy convencido pero accedió, comencé a mostrarle las ofertas y terminó probándose una chaqueta blanca de piel de lagarto perfecta para cualquier ocasión y otra negra de cuero un poco más clásica, cada una de ellas tenía un precio original de 3000 libras esterlinas, en ese momento estaban a 1000 libras. Recuerdo que el hombre solo se miró al espejo, me pidió mi opinión, y sin dudar mucho accedió a comprarlas, como de costumbre le llevé sus prendas a la caja, el sacó su tarjeta american express negra, y sin mirar si quiera el precio, simplemente pagó, me agradeció por la atención y se fue. Entonces yo pensé: este hombre acaba de gastar en dos prendas de ropa un poco menos de lo que me cuesta a mi un semestre de la maestría en la universidad y ni siquiera miró el precio. La pregunta que me hice en ese momento y que aún me hago es: ¿por qué pasa esto? ¿por qué hay personas con tanto dinero y otras que ni siquiera tienen agua potable para beber?

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Me consideré afortunada, una persona normal con la fortuna de ver riqueza en su mayor esplendor, porque allí acudían diariamente personas de todas las nacionalidades dispuestas a gastar grandes sumas de dinero en ropa, zapatos u otros artículos o servicios sin titubear un ápice por el precio de los mismos, personas que llegaban en Ferrari, Lamborghini, Bugatti, Maserati, y otros carros lujosos, que vivían por lo general en el barrio Chelsea [uno de los más caros de la ciudad], personas para las que gastar 200 libras esterlinas en una camisa, o 3000 libras en una chaqueta, es algo normal. Por otro lado, haber nacido en un país subdesarrollado en donde además la corrupción domina las esferas, la pobreza está a la orden del día, así que también he sentido el infortunio de ver personas en profunda escasez. Varias preguntas adicionales me surgen de esta historia: ¿por qué tanta desigualdad? ¿por qué la pobreza extrema y la riqueza abundante? ¿acaso es cuestión de suerte? La respuesta simple para mí es que es necesario, tiene que haber oscuridad para que exista la luz, noche para que haya día, odio para que haya amor, tristeza para que exista alegría, y pobreza para que haya riqueza.

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Tiene que existir esa dualidad en el mundo para que haya consciencia, para que haya seres humanos que aprecien las bondades que les ofrece la vida, para que tú o yo o ambos salgamos a la calle y seamos conscientes de que somos afortunados, para que nos enfoquemos en lo que tenemos y no en lo que nos hace falta. Me siento realmente afortunada de haber podido ver tanta disparidad a lo largo de mi vida. He tenido la fortuna de ver gente muy abundante, que lo tiene todo, por lo menos a nivel material y otras realmente humildes que no tienen mucho y aún así son felices porque la felicidad no depende de lo que tienes sino de lo que eres, tu valor no se expresa en términos de tus bienes materiales sino en lo que eres como ser humano, en cuanto le sirves a otros, en tu esencia, o eso creo yo y en eso se fundamenta mi vida.

Creo que aquí la lección real es, si hoy te despertaste y tienes salud, familia, un techo donde vivir, agua potable que beber, y/o las habilidades físicas y mentales para crear de la nada o si simplemente puedes ver esto que hoy escribo, eres una persona altamente privilegiada, se feliz con lo que tienes, la vida no es perfecta, a todos nos falta algo, y así mismo, muchos quisieran tener lo que hoy posees, poco o mucho. La felicidad es una decisión y el sufrimiento es opcional.

¡Piénsalo! ¡En realidad todos estamos atrapados en dos mundos!

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